La ermita de Nuestra Señora del Val, estaba emplazada en su origen extramuros, a unos 2 Km al E. de la ciudad, al final de un agradable paseo arbolado, en la margen derecha del río Henares, frente al cerro del Ecce Homo donde se encuentran las ruinas de Alcalá la Vieja; hoy se encuentra situada en la Avenida de la Virgen del Val, junto a la urbanización del mismo nombre.
Cuenta la leyenda que un día de otoño de 1184 cuando un labrador estaba arando, al hacer un surco encontró una imagen de alabastro de la Virgen con el Niño, tallada en el siglo XI o XII.
El labrador la cogió y la llevó a casa de su amo, que la depositó en un lugar preferente de la casa, pero cuando al día siguiente fue a verla la imagen había desaparecido, por lo que tanto el amo como el criado, acompañados de bastante gente, fueron al lugar en que había aparecido la imagen y al llegar a él vieron que estaba en el hueco del tronco de un olmo muy cerca del lugar en que la había encontrado; la volvieron a recoger y la trasladaron a la parroquia pero de nuevo desapareció y volvió a parecer junto al surco que había hecho el arado cuando fue encontrada, por lo que se decidió levantar una ermita en ese lugar, junto al río y nombrarla patrona de la ciudad de Alcalá con el nombre de Virgen del Valle o del Val.
El 25 de enero de 1480 el arzobispo Carrillo hace donación de todas las ermitas de su arzobispado al cabildo de San Justo en derechos de patronato y administración, por lo que estas pasan a diezmar a su favor, nombra asimismo a los administradores de los bienes de estas y a sus ermitaños con lo que se asegura un completo control de ellas.
Desde que se levanta el primer templo, con alguna interrupción, la imagen permaneció en la ermita, hasta que el 19 de abril de 1791 apareció en la puerta del colegio de los Manrique y su rector Pedro González afirmó que quería que fuera devuelta a su ermita, no obstante, permaneció un año entero en dicha capilla.
En 1808 se traslada la imagen a la Magistral abandonándose el edificio, que poco a poco fue arruinándose, quedando la imagen en este templo durante 46 años en que, después de reconstruida, regresa a su ermita.
Por otra parte, la tradición dice que la ermita se levantó 35 años después de tener lugar la aparición de la Virgen; la primera construcción fue un humilde templo, demolido en 1376 por el arzobispo Tenorio para construir a sus expensas uno nuevo de mayor capacidad, con capillas y cúpula con linterna y campanario, y con sus escudos de armas en bóvedas y frontispicio, en el que se labró un león rampante. Para su sostenimiento la dotó con importantes rentas y redactó las Ordenanzas de la Hermandad. Asimismo, el cabildo de San Justo es instituido patrono y fiel guardián del santuario.
Poco a poco el edificio fue arruinándose a la par que su cofradía perdía todo su poder económico, y en 1814 el edificio se encuentra en tan lamentable estado que se plantea su reconstrucción, para lo que, de acuerdo con el cabildo de San Justo, se crea una comisión que comienza a recaudar dinero para este fin; pero el litigio iniciado entre el cabildo y la cofradía acerca de quién debía sufragar los gastos va retrasando el inicio de las obras. El 4 de junio de 1833 el corregidor Pedro Gómez de la Serna comunica a la cofradía un acuerdo de la corporación municipal, por el que, dada la injustificable demora en el inicio de la reconstrucción de la ermita, le insta a que en un plazo de no más de 20 días demuela las ruinas que de ella quedaban en pie y ofrecían peligro de derrumbe, y a que en un periodo de 4 meses se inicie su reconstrucción; también se le pide que aclare a quien le corresponde el sostenimiento del edificio.
Solo dos días más tarde la Hermandad contesta a la corporación que estos trabajos correspondían al cabildo que era además quien tenía la imagen en ese momento. Durante nueve años continuaron estas dos instituciones litigando a cerca de quien debía hacerse cargo de las obras; por fin, en la Junta General de la Hermandad, celebrada el 21 de septiembre de 1842 se acuerda la reconstrucción, aun así, las obras duraron 11 años, pues se terminaron en 1853, siendo bendecido el edificio el 15 de septiembre de ese mismo año y trasladada la imagen en procesión desde la Magistral el día 17 del mismo mes. En 1862 se terminó la casa del ermitaño.
En 1881 otra vez se abandona el inmueble y en 1889 se vuelve a plantear la reconstrucción, acordándose en la Junta General de la Hermandad de 10 de noviembre de 1889 que se personara en el edificio la Comisión de Obras Municipales con el arquitecto municipal Martín Pastells que debía redactar un informe para emprender su restauración.
Las obras serían costeadas por el Ayuntamiento y la Hermandad, y en noviembre de ese mismo año el arquitecto Martín Pastells presenta un proyecto y presupuesto de reconstrucción.
El día 10 de agosto de 1890 la Junta General acuerda poner en el atrio de la ermita el plano redactado por Pastells, con un cepillo para que la gente depositara su donativo para emprender las obras. El 15 de agosto de 1891 la Junta nombra una comisión para proponer al obispado de Madrid-Alcalá la reedificación de la ermita. No obstante, las obras se siguen retrasando por lo que el canónigo Luis María Fernández plantea en la Junta de la Hermandad de 6 de noviembre de 1895 la urgente necesidad de emprenderlas; acordándose también en esta Junta:
Ir edificando la nueva ermita sin demoler la vieja.
Nombrar una comisión con amplias facultades para recaudar lo necesario para comenzar las obras y crear una suscripción popular para sufragarlas, iniciándola los allí reunidos.
Finalmente, las obras comenzaron en 1896 pero enseguida se suspendieron, volviendo a iniciarse en 1899.
El 17 de agosto de 1902 se acuerda retejar la ermita vieja y un año más tarde, en 1903, se constituyen dos comisiones "pro ermita", una encargada de recaudar fondos y otra técnica que encarga un nuevo proyecto a Martín Pastells, que habría de emplazarse en los terrenos de la antigua ermita, que estaba en malas condiciones.
Pastells proyecta un templo de considerables proporciones, pero, dado el elevado costo y el tiempo que habría que invertirse en su construcción, la Junta de Obras encarga la modificación del proyecto original a José Azpiroz, quien introduce las reformas necesarias para hacerlo factible, aunque respetando en gran medida el proyecto de Pastells, pues solamente acortó la longitud de la nave en un tercio y le adicionó un pórtico, según palabras del arquitecto para darle un mayor carácter rural y disimular la gran altura de la fachada.
El nuevo edificio se comenzó a levantar junto a la vieja ermita con la intención de unirlas y hacer de las dos un edificio más amplio, pero cuando se estaba construyendo, la Junta de obras ordenó la demolición del edificio antiguo para poder proseguir con el nuevo, lo que disgustó a los hermanos; después de parar los trabajos innumerables veces se concluyó el edificio en 1928, inaugurándose en 1929.
En 1936 la ermita fue saqueada, quedando en pie solamente los muros perimetrales; entre otras obras de arte desapareció el púlpito, que según Reymundo Tornero, había regalado el propietario de la finca "Los Arcángeles" y el retablo que había pertenecido a la desaparecida iglesia de Santiago.
El edificio se convirtió en cuartelillo y se emplazaron en sus alrededores unas baterías de artillería que repelían los ataque llevados a cabo por la aviación "nacional".
Una vez concluida la contienda comenzó a restaurarse instalándose una nueva imagen en 1945, pues la original fue destruida también durante la Guerra Civil.
En cuanto al edificio, parece que, aunque con modificaciones, la construcción medieval perduró hasta finales del siglo XIX en que se demolió para construir otra que más tarde fue sustituida por la construcción neomudéjar actual.
El edificio demolido a principios del siglo XX, era al parecer, de reducidas dimensiones, encalado y con un atrio.
Se trata de un edificio de una sola nave con capilla hexagonal en la cabecera y pórtico a los pies, construido en ladrillo con un lenguaje neomudéjar, ya un tanto desfasado en el momento de su construcción. El exterior en todo su perímetro presenta ventanales apuntados de traza gótica y recercado de ladrillo que se emplazan en los paños que quedan entre los contrafuertes que recorren su fachada sin llegar hasta la cornisa que circunda todo el edificio, la cual está formada por una franja de ladrillo colocado en esquinilla que encierra otra más ancha constituida por canecillos de fábrica de ladrillo sobre los que descansa un saliente también de ladrillo que soporta la cubierta de teja curva. A los pies se emplaza el pórtico también de ladrillo por el que a través de una puerta de arco apuntado con recerco de ladrillo colocado a sardinel se efectúa la entrada; a cada lado de este acceso se practican sendos huecos constituidos por unos huecos geminados apuntados, que se repiten en los dos laterales del pórtico pero, esta vez, ciegos; se remata el dicho pórtico con una cornisa semejante a la del resto del templo, sobre la que se ubica una crestería a base de arquillos apuntados entre machones a modo de pináculos. La fachada de los pies presenta por encima del atrio un ventanal también apuntado, pero de mayores dimensiones que el resto. Finalmente, en el ángulo del hastial se emplaza una pequeña espadaña con tres arquillos apuntados en los que se sitúan las tres campanas.
Documentación:
Proyecto de continuación de las obras de la Ermita de Nuestra Señora del Val. (Memoria y avance del proyecto). 1924. AMAH.
Leg. 1480/1
Bibliografía:
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Sanz de Diego, Rafael: La ermita del Val: algo de historia, bastante de tradición y no poco de leyenda sobre la rústica capilla de la Virgen Patrona de Alcalá de Henares. [Alcalá de Henares, s.n] Talleres tipográficos de V. Corral, 1928.o